Soy de los que piensan que todas las personas tenemos un sexto sentido, un don difícil de explicar con palabras. Es como una maravilla y un regalo del Universo… y esa es la querida intuición.
No sé cómo definirla exactamente, pero podríamos llamarla como ‘corazonada’, certeza interior o brújula personal, por poner algo que todos entendamos. Aunque la intuición es uno de esos conceptos el cual ponerle palabras es complicado, pero intuyo que todos sabemos de qué estamos hablando.
La intuición forma parte de la vida de todas las personas de este planeta. Algunos la escucharán y la sentirán más que otros, la tendrán más o menos desarrollada, pero todos tenemos intuición.
Atención a la intuición
Y la vida, en su espléndida sabiduría, me va demostrando que a la intuición hay que ir escuchándola con consciencia, hay que ir prestándole atención y, sobre todo, dejándole que sea más protagonista de nuestras vidas.
Hace falta una simple mirada a la sociedad actual para darnos cuenta de la cantidad de dolor que nos ahorraríamos si hiciéramos más caso a esa llamada interna del alma en vez de guiarnos tanto por la mente. Yo procuro bajar de la cabeza al corazón para tomar decisiones más acertadas y acordes a lo que soy, siento y deseo de mi vida.
La intuición nos toca la puerta del alma constantemente, pero la gran mayoría de personas somos expertos en ponerle un cortafuego de forma consciente o inconsciente. El problema es que el miedo nos gobierna y desde ahí tomamos decisiones equivocadas siguiendo una premisa puramente racional.
La verdad que te conecta
Es fundamental llegar a comprender que la intuición nos marca el camino del alma, la verdadera paz interior a corto, medio o largo plazo. O lo que es mejor todavía… ¡los tres juntos! Independientemente del resultado que uno obtenga, seguir el sendero del corazón es fundamental para cultivar la coherencia.
A día de hoy, y así será hasta que me muera, la intuición es la que construye mi camino y me ayuda a tomar mejores decisiones. Hay que diferenciarla bien de los pensamientos que produce la mente porque esta última es experta en confundir, maquillar e incluso eclipsar a la intuición.
Gracias al profundo y comprometido proceso de autoconocimiento en el que me encuentro sumergido descubrí que cuando tengo una intuición es mi alma la que me está hablando. Y ahí no negocio jamás.